Corporativo 194
Ubicación: Eloy Alfaro y Catalina Aldaz. Quito, Ecuador
Fotografía: Bicubik
En Corporativo 194, proyecto de oficinas, desde la selección del lote, se toma en cuenta su accesibilidad y equipamiento urbano. Durante su diseño y construcción, incorporó estrategias verdes que dialogan con la arquitectura y fomentan el ahorro de energía y agua al igual que en sus materiales y sus procesos. No solo se destaca por su preocupación en sus prácticas sostenibles, sino que expresa la reflexión sobre el lugar de trabajo, la oficina horizontal y sus usuarios, los límites y su relación con el paisaje.
Los espacios de oficinas se han convertido en el lugar donde más tiempo permanecemos, siempre cambiantes responden a nuevas tendencias, necesidades y facilidades tecnológicas, trascienden los límites espaciales y dan paso a nuevas formas y posibilidades para trabajar. La ‘oficina abierta’ es un concepto que fue malentendido al buscar maximización cuantitativa dejando de lado confort, privacidad, acústica, etc. En la ‘oficina horizontal’ el lugar de trabajo es como una micro sociedad abierta con sus propios límites que crea un equilibrio entre espacios individuales, grupales y colectivos.
Un muro indica un límite entre interior y exterior. Pero, ¿cómo definir un ventanal, una terraza o un jardín, que crean diferentes gradientes entre ambos espacios? La propuesta trata al límite como mecanismo arquitectónico que permite a cada oficina ser un lugar ‘relacional’, donde lo público se vuelve privado, la naturaleza arquitectura, el exterior-interior y sus usuarios se conectan con la ciudad.
En Quito ¿por qué el límite es relevante al proyectar arquitectura en la ciudad? Porque la esencia de nuestra ciudad es estar rodeada por un horizonte imponente y natural.
El Syakkei, un principio arquitectónico japonés que explica: “Un jardín no está completo en sí mismo. Evoca el escenario del horizonte, es decir las montañas, la ciudad, el cielo, como un todo inseparable. Toma prestado el contexto, logrando así la integración natural-artificial”.
Desde la calle, la planta baja del edificio establece un diálogo con una primera capa verde; la acera no es sólo un lugar de paso sino de permanencia bajo la sombra de los árboles. Los pisos tipo se desarrollan en planta libre; el edificio regala a sus usuarios y su entorno, terrazas jardín con más de 40 especies de vegetación.
La propuesta cuestiona desde una mirada crítica cómo concebimos nuestro espacio de trabajo, sus límites y la necesidad de reconectarnos con nuestra ciudad y el paisaje. Las terrazas en diferentes distancias horizontales y verticales entre ellas, son una capa sobrepuesta, un espacio “flotante”, intermedio. La relación construida se vive y se percibe desde el espacio interior y se funde con el exterior, hacia la calle y la urbe.